sábado, 19 de marzo de 2011

CENTRAL NUCLEAR, ¿CALDERA DEL DIABLO?

Una central nuclear funciona igual que una máquina a vapor. La única diferencia está en el combustible que usa. Fuera de control puede convertirse en una verdadera “caldera del diablo”.

En la naturaleza existe sólo un elemento fisible, es decir cuyo núcleo atómico pueda ser dividido: el uranio (definido como U238). Pero no todo el uranio sirve para la fisión nuclear que se requiere, sino uno muy especial, que está mezclado con el común y corriente. Es el llamado uranio enriquecido (U235) y que se encuentra en proporción de 1 a 140, o sea, por 140 gramos de uranio sólo se obtiene 1 gramo enriquecido.

Fue el científico Niels Bohr, quien en 1939 descubrió que disparándole un neutrón al núcleo de una partícula de uranio enriquecido, ésta se dividía en dos y generaba además un promedio de 2½ neutrones, los cuales impactaban a otras partículas de uranio, generando más divisiones y neutrones, y así sucesivamente, provocando una reacción en cadena.

La cantidad de energía en forma de calor y radioactividad que libera esta reacción en cadena es enorme, se necesitarían varias miles de toneladas de dinamita para equipararla. Por ello, la fisión se produce de forma controlada. El núcleo del reactor está encapsulado en un contenedor de grueso acero, el cual a su vez está encerrado en un sarcófago de concreto de varios metros de espesor y sumergido en una piscina de constante enfriamiento, ya que una temperatura demasiado alta podría fusionar el combustible y hacerlo explosionar, como sucedió en Tchernobyl.

Con este calor se hierve agua, y el vapor generado, a presión, mueve las aspas de una turbina que produce energía eléctrica. Después, el mismo vapor, que está contaminado con desechos radioactivos es condensado y retorna como agua al reactor, renovándose el ciclo.

Es el mismo principio de la vieja máquina de vapor que movía barcos y locomotoras. Sólo difiere en el combustible que se usa y en la alta peligrosidad de éste si se escapa de control, porque la reacción en cadena produce desechos como el cesio y el plutonio, elemento este último que no existe en la naturaleza y cuya radioactividad es artificial, a diferencia de la del uranio que es natural, por lo que es altamente venenosa. Una minúscula partícula puede matar a un ser humano y liberado en la atmósfera de una ciudad podría liquidar a decenas de miles de personas, convirtiéndose así en una verdadera caldera del diablo.

Adolfo Cozzi

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